Es el dulce típico mexicano para Navidad y hay de diferentes formas, texturas, colores y sabores. Pueden estar rellenos de trocitos de cáscara de naranja, limón, lima, canela, cacahuate, almendra, nuez o avellana, y están cubiertos con azúcar glas y fécula de maíz; su exterior es duro y son de colores brillantes: azul, amarillo, rosa, blanco o verde.
La colación rugosa tiene pequeñas bolitas en su superficie, generalmente se hace de dos tamaños; la grande que puede estar rellena de fruta; y la pequeña que, por lo regular, es de anís.
La colación lisa tiene forma redonda u ovalada y suele estar rellena de cacahuate o cáscara de limón o naranja. La mezcla de colación lisa y rugosa es conocida como colación surtida.
Se conoce como colación fina a aquella que tiene rellenos más caros como piñón, nuez, avellana o almendra.
No se sabe con certeza dónde nació este original dulce; la versión más conocida atribuye su creación a La Giralda, cuando en 1939 a la señora Consuelo Anaya se le ocurre fabricar un dulce compuesto con salvado, que resultó ser un tanto duro pero de buen sabor, y lo llamó colación.
Ella y su esposo, Fernando Pérez, desde 1926 tenían una pequeña fábrica de dulces llamada “Hispano-Mexicana”; en los 40, gracias al éxito de sus productos, renovaron su empresa y la llamaron “La Giralda”, nombre elegido por doña Consuelo por su admiración al paisaje y la cultura del sur de España.
La colación se reparte a los invitados a las posadas; pueden ser en bolsitas como parte del aguinaldo, o bien, en las piñatas que se rompen durante estas fiestas.
Sus brillantes colores comienzan a llenar los mercados desde los primeros días de diciembre.